Cómo ayudar a los niños con el ‘síndrome diciembre’

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Noviembre 11, 2016.
Esta es la etapa del año en que todos comenzamos a sentir el cansancio de tantos meses de actividad, y nuestro cuerpo nos pide vacaciones. Esta sensación no es exclusiva de los adultos, pues los más pequeños del hogar también quieren terminar el año pronto, y además tienen la presión de obtener buenas notas.

Se trata de una reacción natural que, según Mónica Lepin, editora de Caligrafix, también tiene que ver con la llegada del horario de verano.

“La última etapa del año no es fácil. El cansancio, los compromisos de las fiestas, la planificación de vacaciones y el anhelo de lograr óptimos resultados académicos, aumentan la ansiedad”, asegura Lepin quién es psicopedagoga y educadora de párvulos.

La especialista agrega que se estima que estos factores alteran los procesos escolares, interfiriendo en la disposición hacia la tarea. “Esto último ocurre, sobre todo, cuando hay angustia por alcanzar resultados específicos para pasar de curso, intentando muchas veces ‘salvavidas’ de último momento”.

Una de las recomendaciones de Mónica Lepin tiene que ver con que el aprendizaje tenga un carácter más lúdico en esta etapa. “El juego es la base del desarrollo de los más pequeños. Es importante incluirlo durante todo el año y, especialmente, en esta etapa de finalización para que el niño logre aplicar todo lo aprendido de una manera significativa y natural, según la etapa de su desarrollo”.

Además, jugando también se supera el estrés, la pena, la rabia, la frustración. Sobre todo si se trata de niños pequeños.

En casos de alumnos que llegan a la última etapa del año con malas notas, lo ideal es tener alertas tempranas, sistemas reales de evaluación con seguimiento a los procesos y resultados de aprendizaje, para identificar qué aspectos presentan problemas. “Generalmente, son las asignaturas de lenguaje y matemáticas, no así las del área artística. Es ahí donde hay que potenciar sus habilidades, no porque sean las asignaturas ‘fáciles’, sino porque es donde los niños más se motivan. Pero además hay que analizar los hábitos de estudio, sueño, alimentación y ocio, con el fin de percibir qué se podría mejorar o cambiar, pues el mal rendimiento puede tener muchas causas, incluso, en algunos casos, puede derivar de las estrategias empleadas por el profesor. Hay que recordar que cada niño es singular y tiene sus propias maneras de aprender”, concluye Mónica Lepin.

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